Rodolfo Jorge Walsh: El guerrillero
«Los antiguos se complacían en cantar a la naturaleza, ríos, montes, humo, nieve y flores. Es preciso armar de acero los versos de este tiempo. Los poetas también deben saber combatir»
Ho Chi Ming
Rodolfo Walsh ha sido siempre caracterizado como un reconocido militante, periodista, escritor y traductor, pionero en la escritura de novelas testimoniales como Operación Masacre y ¿Quién mató a Rosendo? Él y su obra representan un ícono en la lucha contra el terrorismo de Estado: su Carta a la Junta Militar, su ineludible testamento político.
Sin embargo, su perfil de guerrillero es un aspecto que generalmente ha sido relegado al olvido por sus admiradores, bastardeado por sus detractores, y por el cual también es necesario y justo recordarlo. Gran admirador de la Revolución Cubana y de los procesos revolucionarios de América Latina, pero sobre todo de sus amigos Francisco «Paco” Urondo y Jorge Ricardo Masetti, ambos periodistas que, comprometidos con la lucha revolucionaria, dieron su vida por el ideal de una sociedad más justa al igual que su amada hija Vicki.
“Yo empuñé las armas porque busco la palabra justa” es, quizá, la frase más famosa de Francisco Urondo; hijo de una dialéctica que no discernía la acción de la palabra, fue un hombre de armas y de letras en un momento en que el mundo parecía estar ahí de dar un vuelco, refiere David Viñas sobre Urondo, pero bien le caben estas a Walsh.
“Poética, en griego, quiere decir acción”, afirmaba Urondo, en 1973, en una entrevista. “En este sentido, no creo que haya demasiadas diferenciaciones entre la poesía y la política (…) Por la poesía, por la necesidad de usar las palabras en toda su precisión y significación he llegado al tipo de militancia que ahora tengo”.
Cuando el 17 de junio de 1976, con motivo de una encerrona de fuerzas conjuntas de la policía y el ejército, asesinan en Mendoza a Paco Urondo con tan solo 46 años, Rodolfo Walsh traza un esbozo de su vida, que bien podría ser también de la suya, e introducción de esta muestra fotográfica que nos lo muestra en la Cuba del 1968, entrenándose para su futuro como combatiente guerrillero, y en momentos de intimidad con Lilia, quien generosamente nos delegó para su resguardo este tesoro invaluable para la memoria colectiva.
“Mi querido Paco:
Me han pedido que escriba una semblanza tuya. Es lo último que yo hubiera querido escribir, pero me doy cuenta que es necesario que alguien empiece a decir algo de tu hermosa vida, antes que otros, con más capacidad, puedan estudiarla junto a tu obra. Lo primero que me acude a la memoria es la frase de un poeta guerrillero checo, al que mataron los nazis, que dejó escrito: “Recuérdenme siempre en nombre de la alegría”.
Para nosotros, Paco, la alegría era muchas cosas de cada día: la compañera, la hija, el hijo y los nietos, un truco, un verso, una ginebra. Pero más que nada era una certidumbre permanente, como una fiebre del día y de la noche que nos hace creer que vamos a ganar, que el Pueblo va a ganar.
Es en nombre de esa última alegría, la que vos no viste y yo no sé si voy a poder ver, que te escribo. Tal vez por ahí me salga la semblanza. Te lloramos, hombres y mujeres, quién podría no llorarte. Llegaste a los cuarenta años con la pasta de los grandes escritores, que no es más que una forma de mirar y una forma de escuchar, antes de escribir. El problema para un tipo como vos y un tiempo como éste, es que cuando más hondo se mira y más callado se escucha, más se empieza a percibir el sufrimiento de la gente, la miseria, la injusticia, la crueldad de los verdugos. Entonces ya no basta con mirar, ya no basta con escuchar, ya no alcanza con escribir.
Pudiste irte. En París, en Madrid, en Roma, en Praga, en la Habana, tenías amigos, lectores, traductores. Podías sentarte a ver desfilar en tu memoria el ancho río de tu vida, la vida de los tuyos, volcarlos en páginas cada vez más justas, cada vez más sabias.
Preferiste quedarte, despojarte, igualarte a los que tenían menos, a los que no tenían nada. Lo que era tuyo era fruto de tu esfuerzo, pero igual lo consideraste un privilegio y lo fuiste regalando con una sonrisa.
No te hacías ilusiones sobre la supervivencia personal. En todo caso, estabas preparado para la muerte, como las decenas de muchachos y muchachas que se juegan diariamente en una pinza, en una operación.
Era el fin de una parábola. Son los pobres de la tierra, los trabajadores secuestrados, los torturados, los presos que fusilan simulando combates. Son las masas las que van a sepultar a tus verdugos en el tacho de basura de la Historia.
No soy quién para decir cuál fue tu mejor libro, tu mejor cuento, la mejor línea de tus poemas. Pero pienso que tu obra literaria, tan inseparable de tu vida, nos va a ayudar a resolver esa pregunta tan trillada sobre lo que puede hacer un intelectual revolucionario.
Puede hablar con su pueblo y de su pueblo poniendo en ese diálogo lo mejor de su inteligencia y de su arte; puede narrar sus luchas, cantar sus penas, predecir sus victorias. Ya eso es suficiente, ya eso justifica. Pero vos nos enseñaste que no le está prohibido dar un paso más, convertirse él mismo en un hombre del pueblo, compartir su destino, compartir el arma de la crítica con la crítica de las armas. Gracias por esa lección.
Rodolfo Walsh, julio de 1976.”
Sitios de interés:
Colectivo GUIAS (Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social)
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De Resistencias y Compromisos
Del 25/11 al 1/12
«Cadena Informativa es uno de los instrumentos que está creando el pueblo argentino para romper el bloqueo de la información. Cadena Informativa puede ser usted mismo, un instrumento para que usted se libere del terror y libere a otros del terror. Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote al terror. Haga circular está información”
(Cadena informativa, 1976)
Olga Morales
Curso estudios de Sociología en la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires (1970-1973). Vivió varios años en Suecia donde participó de seminarios y cursos de profesionalización como gráfica y fotógrafa documentalista tales como: Fotomontaje y reprofotografía en la Escuela Gráfica de Estocolmo (1984-1986). Cursos de fotografía patrocinados por institutos oficiales (1984-1987). Cursos de video, técnicas de edición, de sonido (programas de radio) y utilización en mass media de la producción fotográfica en la Escuela Popular de Arsta (1990-1991). Seminario de perfeccionamiento en técnicas de sonido y edición en la Escuela de video de Gamleby (1992). De 1984 a 2017 ha participado en numerosas exposiciones fotográficas individuales y colectivas, en diversos países. Sus fotografías han sido publicadas en la Agenda Latinoamericana de las Mujeres, «Palabras de todas» en Venezuela (2007), en el libro «Memorias del Apagón» de Delia Maisel, Argentina (en sus dos ediciones 2006 y 2007) y en el libro «Radiografía de Ledesma» (Proyecto de Resistencias Populares a la Recolonización del Continente. Pañuelos en Rebeldía) Argentina (2014). Ha colaborado entre otras publicaciones, con la Agenda de la Mujer en Buenos Aires, desde el año 1994 hasta el 2017 y ademas, con la página web de Madres de Plaza de Mayo Linea Fundadora.
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